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¿Qué es el Bajo Cauca? (página 2)




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El texto último citado, es uno de los muchos
puntales institucionales que favorecen la Integración
subregional del Bajo Cauca, de donde se infiere que hay
suficientes bártulos para echar a rodar confiadamente el
proceso integrador subregional, interpretando esa sentencia, como
la necesidad que tiene la subregión de hacer yunta con la
descentralización, trascendiendo las habituales
prácticas del centralismo y el asistencialismo, mediante
una efectiva autogestión, que abra el espacio para una
libertad territorial de nuevo estilo, en la que resalte la
visión que el Bajo Cauca tiene acerca de su propio
destino, sin relevar al Estado del ejercicio de sus
responsabilidades constitucionales y sociales.

El mensaje de los ganaderos, ratifica el imperativo de
la reconstrucción del tejido social y la capacidad de
aporte a la integración subregional, en la medida como el
Bajo Cauca, en su calidad de productor ganadero, tendrá un
porcentaje de hectáreas que lo beneficiará de esos
diez millones de hectáreas no aptas para la actividad
ganadera, para lo cual será necesario participar
integradamente en la definición del uso a dar a esas
tierras.

Muchos de los problemas a que se enfrentan los
territorios afectan a diversos sectores y, para solucionarlos de
manera eficaz, se requiere de un enfoque integrado y una
cooperación entre las distintas autoridades y las partes
afectadas. A este respecto, el concepto de cohesión
territorial, tiende puentes entre la eficacia económica,
la cohesión social y el equilibrio ecológico,
situando el desarrollo sostenible en el centro de la
formulación de las políticas
públicas.

Cuando se lee que "Las soluciones a los grandes
problemas, lo mismo que las grandes oportunidades de cambio,
deberán activarse en las regiones, o no lograrán
ser efectivas"
26, se siente
motivación a unificar criterios en torno a las decisiones
subregionales que habrán de poner en marcha el concepto de
integración, con participación de todas las gentes
del Bajo Cauca antioqueño, así como de los
empresarios, los comerciantes, los profesionales, los
estudiantes, los educadores, los Concejos Municipales, los
ejecutivos territoriales, los religiosos, los
intelectuales, las entidades y las instituciones que valoran la
oportunidad de liderar paradigmas, en busca de la
participación ciudadana y de la estructura organizacional,
como articuladoras de la sociedad civil y las instituciones
estatales, constituyéndose en instrumentos para incorporar
energías y cimentar propósitos comunes; empoderando
las comunidades en la gestión de procesos
constructivistas.

Si la Unión Europea ha logrado, en su proyecto de
integración, consolidar políticas estructurales,
para subvencionarse financieramente, fundamentándose en
estrategias de desarrollo económico y social integrado,
mediante el enfoque multisectorial y salvaguardando los recursos
propios, como el capital físico, los recursos naturales,
el talento humano y social, ¿Por qué el Bajo Cauca,
no puede lograr integrarse? Solamente se necesita tomar la
iniciativa, con voluntad política y
conceptualización administrativa, para aprovechar al
máximo las potencialidades del territorio, responder
conjuntamente a los retos comunes, superar las divisiones
estimuladas por las barreras político-administrativas,
incrementar los beneficios al combinar sus actividades y
complementar las sinergias del colectivo institucional bajo
caucano.

Es claro que en Colombia, no existe la cultura de
direccionamiento de pautas estratégicas comunitarias sobre
cohesión social ni territorial. Lo que deja de manifiesto
que en nuestro país no se le ha dado la importancia que la
cohesión territorial amerita, desconociendo que a
través de ella se tiene la oportunidad de contribuir a
programas comunitarios de crecimiento y empleo, que favorecen el
desarrollo rural y urbano, patrocinan el fomento de la
participación, el diálogo y la asociatividad;
además dinamizan el fortalecimiento de las diferentes
instancias gubernamentales y, entre éstas, las
organizaciones sociales y la ciudadanía, en los asuntos
que directamente involucran el transcurso del
progreso.

Conviene aclarar, que para profundizar en el concepto de
cohesión territorial, se precisa comprender,
conjuntamente, los incontables argumentos que los eruditos han
planteado. De la comprensión colectiva que haya de la
cohesión territorial, se infiere que podría ayudar
a estar predispuestos a ser solidarios y adaptarse a ella con
flexibilidad, siendo los primeros beneficiados el medio ambiente
y la calidad de vida, en la medida como se reducen los costos y
se alcanza un desarrollo equilibrado y sostenible.

Queda en manos de líderes y dirigentes, de
políticos e intelectuales, de empresarios y de ciudadanos
pensantes, aceptar el reto de propiciar el desarrollo territorial
equilibrado y sostenible de la subregión, arraigando la
iniciativa cohesionadora, si es que en verdad existe
vocación de competitividad económica; sólo
así se podrá esperar y conservar el patrimonio
natural y garantizar la cohesión social.

Políticos y religiosos, regularmente abordan las
necesidades acumuladas de los grupos menos favorecidos, pero no
enfatizan en la necesidad de constituir fuertes vínculos
entre las empresas y los centros de investigación, ni en
priorizar la conexión que debe existir entre el
transporte, la educación y la energía, el Internet
de alta velocidad y los servicios médicos, los problemas
medioambientales y los cambios climáticos, los incendios y
las inundaciones, la pérdida de biodiversidad y la
contaminación, de la gravedad de las sequías y el
uso de los suelos, ni de la violencia y los desplazamientos,
entre otros.

La construcción de la nueva realidad del Bajo
Cauca, en el contexto de la economía global mundial,
está cada día, más supeditada a la
cooperación que debe existir entre actores públicos
y privados, responsables de las políticas innovadoras que
se requieren para el desarrollo.

Desde nuestra humilde escolaridad, creemos que para que
haya cohesión territorial y social, es preciso establecer
políticas territoriales y comunitarias, que por sus
características específicas, permitan el
aprovechamiento, al máximo, de las sinergias en la
ofensiva a los problemas existentes, con capacidad de
análisis político y, de enfrentar los conflictos
cotidianos, para que el desarrollo integral sea estimulado en
beneficio de las ventajas comparativas del territorio y del
capital social constituido.

La cohesión territorial, innegablemente, implica
la existencia de una política de transporte, para hacer
expedito el discurrir cotidiano de las actividades
económicas, mediante el mejoramiento de las conexiones
viales internas y hacia los centros de comercialización,
pero ¿quién le pone el cascabel al gato, en materia
de movilidad rural a los municipios del Bajo Cauca? El 31 de
diciembre de 2007, fue inaugurada la vía secundaria que
comunica a Caucasia con Zaragoza y El Bagre, con
proyección a conectar con el nordeste antioqueño.
¡Qué ilusos fuimos quienes así lo
creímos! Pues a estas alturas del año 2012, no se
ha podido conectar esa carretera con El Bagre. La manigua
está apoderada de las orillas de la vía entre
Caucasia y Zaragoza; los cráteres sin incontables; los
deslizamientos de bancas carreteables, ponen en peligro la
circulación vehicular; el ingreso y salida de los puentes,
maltratan los herrajes de los vehículos, por sus
asimétricos acabados. Lo más grave es que ni las
Administraciones de Caucasia, ni de El Bagre ni de Zaragoza, se
han puesto de acuerdo para hacer mantenimiento a esa vía
y, la Administración Departamental, constructora de la
obra, no se da por aludida. Lo mismo o peor ocurre con la
carretera que conduce a Nechí. Tanto es así, que
hoy no se llega a ese pueblo en carro, sino en chalupa, pues los
vehículos deben ser abandonados en el Corregimiento
Colorado, porque no hay paso en la vía.

¿Cómo creer que la cohesión
territorial está adportas, con ese tipo de comportamientos
en algo tan importante? Si ese es el tratamiento dado a una
vía secundaria, ¿qué esperar de las
vías terciarias? Por los ríos Nechí y Cauca,
la navegabilidad, cada día es menor, tanto por la
sedimentación, como por su poca rentabilidad y la falta de
usuarios, es decir, no es atractiva en términos
económicos. Eso sin tocar a fondo el tema del transporte,
pues nuestros municipios, carecen de medios de transporte urbano
legal y confortable, en sus territorios locales. El transporte
aéreo, es inabordable por sus costos elitistas y
excluyentes. Curiosamente, mientras las grandes empresas de
servicio aéreo compiten con precios y hacen marketing para
llegar a nuevos destinos, a Caucasia y El Bagre, sólo
arriba una sola empresa, con el costo superior a medio
millón de pesos ida y regreso a Medellín, en
contraste con un vuelo entre Montería y Bogotá que
se puede hacer escogiendo la empresa y con precio menor a los
cuatrocientos mil pesos ida y regreso. Es decir, estamos lejos de
la cohesión territorial y de la competitividad
global.

Aunque tímidamente, el Bajo Cauca está
dando pasos hacia la política energética,
contribuyendo a la cohesión territorial, desarrollando el
mercado interno del gas y la energía eléctrica, con
la llegada al territorio de empresas como Aguas del Bajo Cauca y
EPM, las cuales contribuyen al desarrollo sostenible de la
subregión y están proporcionando posibilidades de
soluciones a largo plazo, todavía está muy distante
de tener definida una política
energética competitiva. "En la subregión
opera también la Empresa Pública Regional Aguas del
Bajo como Sociedad Anónima y Empresa de Servicios
Públicos (ABC – S.A. ESP), creada con el propósito
de prestar los servicios de acueducto, alcantarillado y aseo en
la región del Bajo Cauca
Antioqueño"
27

Aún, la subregión no ha asumido como suya,
la importancia que para la competitividad y la cohesión
social, tiene el internet de alta velocidad, pues

Edatel suspendió el servicio local que
tenía en su sede de Caucasia, y en los café
internet, comercializadores del servicio, apenas se escucha
hablar de banda ancha, pero la velocidad a la hora de la
aplicación, no se materializa.

La aptitud agrícola, a pesar del importante
impacto territorial que tiene, no está inmersa en una
Política Agrícola Subregional, que
estratégicamente apunte a convertirla en un pilar de
fomento de gestión del suelo rural; podría
encontrarse explicación a esa falta de Política
Agrícola Subregional, en aspectos como: la vocación
minera respaldada en los altos valores del oro. La mentalidad de
la ganadería expansiva, en tanto que ocupa grandes
extensiones de tierra. Paradójicamente, en Caucasia se
presenta el fenómeno de haber gente urbana con
vocación agrícola, pero sin tierra y gente rural,
con tierra, pero sin vocación agrícola. Ese
fenómeno amerita un estudio sociológico, que ayude
a determinar su génesis.

En lo que respecta al empleo, no se encuentra una
estrategia que forme parte integral de la cohesión
territorial, por el contrario, en cada municipio, se organizan
los trabajadores, para evitar que los vecinos lleguen a ocupar
sus posibles lugares de trabajo.

De la política medioambiental, ni qué
decir, pues no se sabe de la existencia de un trabajo conjunto de
los municipios, como partes interesadas, en coordinar acciones
conjuntas que permitan alcanzar, eficazmente, objetivos
mínimos que propendan por el equilibrio ambiental, en
asuntos tan elementales como la descontaminación de
caños, la descedimentación de los ríos, la
reforestación de áreas violentadas por la
minería y la tala de bosques.

Si de investigación se trata, no se percibe la
voluntad de alianzas para participar en proyectos de
investigación con calidad, de carácter territorial,
cuyos alcances tengan efectos importantes sobre el desarrollo y
el conocimiento subregional. Tanto es así, que estudiantes
de la U de A (que debería ser un centro de
investigación por excelencia) en lugar de aportar
información, acuden a dependencias institucionales a
preguntar ¿Cuál es el Producto Interno Bruto de
Caucasia? ¿Cuál es el porcentaje de desempleo en el
territorio local? Frustra conocer algunos trabajos de grado,
elaborados mediocremente y aprobados con todas la falencias que
deja la mediocridad.

¿Cómo esperar, entonces que haya
investigación, si a futuro esos egresados son los llamados
a realizarla?

Al parecer no existe una agenda territorial, en la cual
los administradores locales destaquen la necesidad de promover el
crecimiento económico sostenible, crear puestos de trabajo
y fomentar el desarrollo social y ecológico en todo el
territorio, con definición de prioridades territoriales de
innovación, de estructuración ecológica, del
uso de los recursos culturales, de nuevas formas asociativas y de
gobernanza territorial, mediante las cuales podrían
materializarse las acciones necesarias para el desarrollo
comunitario y territorial.

Si los ciudadanos tomamos cartas en el asunto, podremos
lograr más temprano que tarde, que desde el Congreso, a
través de una ley, o desde el Gobierno, mediante un
Decreto Reglamentario, el Bajo Cauca sea, de verdad, una
subregión o una zona, jurídica y
políticamente definido.

Planteamos que desde el Congreso, a través de una
ley, porque así como está legislada la
obligatoriedad de los alcaldes para constituir los Consejos
Territoriales de Planeación, (ley 152 de 1994) para
legitimar los Planes de Desarrollo Municipal (PDM),
también puede legislar para que los territorios concebidos
como subregión o zona, tengan un instrumento legal que los
caracterice y los ponga en vigencia, con asignación de
competencias, las cuales serán tenidas en cuenta, para la
observancia de los criterios de concurrencia, complementariedad y
subsidiariedad. Es decir que las subregiones o zonas, sean
entidades territoriales. Falta ver que en el Congreso exista esa
voluntad política. Y si no la hay allá, ¿por
qué creer que en los municipios y concejos, sí la
va a haber?

La otra posibilidad, más ágil aún,
es que desde el Gobierno Central, se elabore un Decreto
Reglamentario del literal i) de la ley 152 de 1994, el cual trata
del "Desarrollo armónico de las regiones" donde aparece
que "Los planes de desarrollo propenderán por la
distribución equitativa de las oportunidades y beneficios
como factores básicos de desarrollo de las regiones"

Pero ¿quién asume esa responsabilidad? Claro que ya
existe el antecedente de la Región Caribe, como inicio al
proceso de participación popular e institucional, frente a
una necesidad sentida.

La ley 152 de 1994, le apunta a los planes de desarrollo
departamental y municipal en el país. La Ordenanza 34 de
2006, le apunta a la planeación subregional y zonal en
Antioquia. Todo lo relacionado con planeación, es
transversal a los presupuestos de inversión. Por lo tanto,
es pertinente proponer la subregionalización y la
zonificación del presupuesto departamental con
asignación de recursos de inversión social
subregionales o zonales, calcando la práctica
ministerial que narra la senadora Piedad Zuccardi: "De esta
manera, el entonces Ministro de Hacienda Juan Manuel Santos, dio
inicio a los denominados „Recursos de Inversión
Social Regional? que finalmente abrieron el camino a una
distribución de la inversión en Colombia más
equitativa"
28

El Bajo Cauca, cuenta con capital social meritorio
(entendido como la interacción positiva, las normas y
redes de compromiso cívico, los lazos de confianza y ayuda
mutua que fortalecen la cohesión social), con el cual
puede dedicarse a promover procesos permanentes de cambio
integral en el desarrollo humano y social; contribuyendo a elevar
la calidad de vida de sus habitantes, buscando el mejoramiento
continuo en la satisfacción de las necesidades colectivas
y de las relacionadas con el desarrollo personal, todo lo cual
servirá de insumo para proteger y desarrollar ese capital
social, afianzando la cohesión ciudadana e instituyendo
los escenarios para el desarrollo sistémico, basado en el
acatamiento del contrato social, el acompañamiento
solidario y el equilibrio institucional.

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